Llegamos al final de la línea verde y las puertas no se abrieron. El vagón no se detuvo. Vimos las caras asombradas de los que estaban esperando entrar; casi que oímos un doppleriano Yaaaaaa viiiieeenee ya seeeeee vaaaaaaaaaaa. Dejamos atrás el andén y llegamos a un lugar desolado, donde estuvimos diez o quince minutos. En ese tiempo, una señora maldijo al chofer, una niña lloró y un estudiante sudó mientras susurraba Me van a matar, me van a matar. Un incauto creería que se le estaba haciendo tarde, pero a mí se me hace que temía que de las piedras saliera el gnomo que come usuarios del metro. Algunos otros comenzaron a desesperarse y a observar detenidamente al resto de los pasajeros, imaginando que tarde o temprano tendríamos que convivir todos para idear cómo salir de ahí. Yo, bueno, tomé una foto. Sin perder nunca mi sonrisa idiota, contenta porque tendría qué postear hoy.miércoles, septiembre 2
Metro Universidad
Llegamos al final de la línea verde y las puertas no se abrieron. El vagón no se detuvo. Vimos las caras asombradas de los que estaban esperando entrar; casi que oímos un doppleriano Yaaaaaa viiiieeenee ya seeeeee vaaaaaaaaaaa. Dejamos atrás el andén y llegamos a un lugar desolado, donde estuvimos diez o quince minutos. En ese tiempo, una señora maldijo al chofer, una niña lloró y un estudiante sudó mientras susurraba Me van a matar, me van a matar. Un incauto creería que se le estaba haciendo tarde, pero a mí se me hace que temía que de las piedras saliera el gnomo que come usuarios del metro. Algunos otros comenzaron a desesperarse y a observar detenidamente al resto de los pasajeros, imaginando que tarde o temprano tendríamos que convivir todos para idear cómo salir de ahí. Yo, bueno, tomé una foto. Sin perder nunca mi sonrisa idiota, contenta porque tendría qué postear hoy.
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9 comentarios:
A mí me ha tocado entre estaciones, quince minutos, a oscuras.
O cuando los testarudos pasajeros quieren entrar a fuerza y las puertas abren y cierran, abren y cierran, ¡37 veces! antes de por fin cerrar completamente.
Ha es genial cuado las puertas se abren y se sierran, y de repente una voz como de supermercado, diciendo por favor no obstruya las puertas. Los clásicos 15 minutos en la oscuridad viendo como pasan los vagones del carril vecino, que los del metro no se dan cuenta que en esos minutos los vendedores de discos, libros, recetas de cocina, cursos de ingles muchilingua, remedios para la gripa y la diarrea, cacahuates, corta uñas, claves de examen enlacé, informes de gobierno, etc,etc. en los vagones pierden ganancias, aunque por otro lado mi acerbo musical créese. Eso me hace recordar a un amigo que pensaba que el metroflog, era un blogger, donde podías contar las historias que pasan en el metro, I LOVE THE metro capitalino.
doppleriano es un palabra totalmente geek o sacada de alguna serie o película gringuita feita. Pero que gacho eso del metro, porqué no usas microbús?
Y el desenlace?
Es fotografía me trajo a la mente una pesadilla cual escenario fue la merita estación san pedro de los pinos... pero ya no quiero hablar de eso T.T
Oye, ahora posteas muy seguido y me estoy empezando a preocupar.
Una vez me tocó que se descompusiera el metro -sí, se descompuso el metro, en serio- a mitad del tunel entre M.A. Quevedo y Copilco. Después de 20 minutos nos bajaron AHÍ MISMO y nos llevaron caminando por el tunel hasta Copilco; a todos se nos llenaron los zapatos de un como chapopote que nunca se le quitó a mis tenis azules. La gente que esperaba en el andén -mucha, llevaban 20 minutos esperando- nos veía como si fueramos abducidos volviendo a casa.
Ah, ¿verdad? Mi anécdota está más chida.
Una vez me tocó que el metro se detuviera durante 15 minutos entre Etiopía y Centro Médico. El asunto allí es que era Abril, hacía un calor realmente insoportable y eran como las 6 de la tarde. En ese vagón no estaban prendidos los ventiladores y sólo nos refrescábamos con el aire que entraba por las ventanas. Cuando se detuvo, recuerdo haber pensado: "esto no me gusta nada". No exagero: después de 2 minutos sudaba copiosamente, veía a mi alrededor y todos hacían lo posible por refrescarse. Cualquier papel servía como ventilador. Traía conmigo una botella de agua que bebía como náufrago tras 4 días en altamar. Calculo que la temperatura en ese vagón rondaba los cuarenta y tantos grados. Mira que allá en Chiapas se alcanzan esas temperaturas, así que tengo buen referente.
Al final era desesperante, no podíamos hacer nada, ni cómo salir de ahí. Cuando se empezó a mover y el aire entró nuevamente, sentí un gran alivio.
Hola.
Me gustó lo del gnomo.
¿Tú también los has visto?
Saludos
RRS
mi mamá me contó una vez que cuando el metro se descomponían los hacían caminar por el túnel, pero pensé que solo era una leyenda., wua.. q loco si esta más.... yeaa.. q proo...
Llegaste a donde pocos han podido llegar, a veces ni siquiera haciéndose los dormidos. Eres una "chilangas honoris causas".
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