Mis días transcurren como una interminable sucesión de coincidencias. Me hacen sonreír, aunque son tan cotidianas, y tan evidentes, que ya no deberían sorprenderme. Pienso en una canción e inmediatamente después la escucho en el radio. Abro un libro y el señor de enfrente viene leyendo el mismo. Pienso en mi abuela dos minutos antes de que me llame. Mi celular vibra porque está recibiendo un mensaje de la misma persona a la que le estoy escribiendo.
Pero conozco otro tipo de casualidades: las que no olvido nunca. Las que repito como anécdotas curiosas cuando intento explicarle a alguien por qué digo que mi vida es una especie de Truman Show.
Cuando quise visitar la tumba de Borges me puse muy triste porque resultó que no estaba en Buenos Aires, adonde yo había ido a buscarla. Pero podía visitar la de Bioy, lo que me pareció aún mejor. Me paré frente al mausoleo de los Casares.
Miré a mi alrededor por pura curiosidad extranjera y leí los nombres las placas contiguas. Una, en especial, llamó mi atención: una tumba vecina, casi inquilina, de la de Bioy. ¿Cómo creen que se apellida el cadáver que contiene?
5 comentarios:
There are no coincidences.
Yo antes pensaba en una escena de Los Simpson y en la noche pasaban ese capítulo.
Más que coincidencias, son consecuencias, dicen por ahí.
Llámame ignorante, pero no entendí la última referencia u__u
Es Morel, como el personaje de La invención de Morel.
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