Si a Leonardo Ventura le hubiera tocado nacer entre los sioux que documentó Erikson, no habría podido tomar calostro porque sus familiares lo habrían considerado un veneno. En vez de eso, al nacer, sus parientes habrían colocado las mejores hierbas y bayas en la vejiga de un búfalo y se lo habrían ofrecido como alimento.
Si le hubiera tocado nacer inuit -esquimal-, pasaría tres cuartas partes del día pegado a la espalda de su mamá, calientito, moviéndose de un lado a otro. Haría ahí, sobre la piel de su mamá, su caca, y ella sabría con exactitud en qué momento limpiarse. Tal vez luciría como el hijo de Nanook.
Pero no.
A Leonardo le tocó nacer entre nosotros. Le toca dormir en una cuna anaranjada, rodeado de peluches pachoncitos hechos en Taiwán. Le toca comer cada tres horas: leche materna, leche de polvito, papilla de manzana, chayote no, guácala. Le tocó ser hijo de dos mexicanos jóvenes, trabajadores, orgullosos del pequeño humano que trajeron al mundo.
Le tocó tener dos abuelas, una más gritona que la otra, ambas igual de enamoradas de él. Y dos abuelos, uno que le susurra Hello, little baby Leo y otro que lo bendice cariñosamente cada vez que lo ve. Los cuatro suspiran, conmovidos, ante cualquier indicio de sonrisa del bebé Leonardo.
Le tocó tener dos tíos maternos, adultos, varones, igual que a mí. Y, además de todo, le tocó tener una única tía, que soy yo. Una tía que le compra neuronas gigantes hechas de peluche y que no puede esperar para enseñarle a andar en bicicleta.
Leonardo es, por mucho, lo mejor que nos trajo este año a mí y a mi familia. Un pequeño primate sonriente, altricial, perfecto y precioso. Y yo lo adoro, ¿cómo la ven?
Si le hubiera tocado nacer inuit -esquimal-, pasaría tres cuartas partes del día pegado a la espalda de su mamá, calientito, moviéndose de un lado a otro. Haría ahí, sobre la piel de su mamá, su caca, y ella sabría con exactitud en qué momento limpiarse. Tal vez luciría como el hijo de Nanook.
Pero no.
A Leonardo le tocó nacer entre nosotros. Le toca dormir en una cuna anaranjada, rodeado de peluches pachoncitos hechos en Taiwán. Le toca comer cada tres horas: leche materna, leche de polvito, papilla de manzana, chayote no, guácala. Le tocó ser hijo de dos mexicanos jóvenes, trabajadores, orgullosos del pequeño humano que trajeron al mundo.
Le tocó tener dos abuelas, una más gritona que la otra, ambas igual de enamoradas de él. Y dos abuelos, uno que le susurra Hello, little baby Leo y otro que lo bendice cariñosamente cada vez que lo ve. Los cuatro suspiran, conmovidos, ante cualquier indicio de sonrisa del bebé Leonardo.
Le tocó tener dos tíos maternos, adultos, varones, igual que a mí. Y, además de todo, le tocó tener una única tía, que soy yo. Una tía que le compra neuronas gigantes hechas de peluche y que no puede esperar para enseñarle a andar en bicicleta.
Leonardo es, por mucho, lo mejor que nos trajo este año a mí y a mi familia. Un pequeño primate sonriente, altricial, perfecto y precioso. Y yo lo adoro, ¿cómo la ven?
13 comentarios:
La belleza del primer sobrino y nieto de la casa...
Un saludo a la tía maravilla de Leonardo.
=)
¿Quién será su abuela gritona? Yo soy su abuela cantante, paseadora, lectora.
Pero qué bonito post hizo la tía de Leonardo.
Está bien bonito tu post,yo también adoro a mi sobrino, serán buenos amigos :)
Amiguiz, qué padre que quieras a tu sobrino porque a mí los míos me desesperan. Saludos a Leonardo y a los papás de Leonardo y a la abuelita gritona y a la que no grita y a todos. ¡Qué bonito post!
Leonardo es genial... y muy guapo
(pero contra la neurona de Peluche, nadie puede... jaajajajajajajajajajajajaj... perdón... )
Qué bonito.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
Ya hasta me dieron ganas de tener un hijo. ¿Por qué lo llamaron Leonardo?
oye, ya postea más. Me doy cuenta que tienes en los "made in veracruz" el post del extranjero, te recuerdo que el extranjero volvió a su terruño, compró unas gallinas las cuidó y después las abandonó dejando ser extranjero pa convertirse en exgranjero!
Hola, qué bonita historia sobre Leonardo, mi hijo se llama justo así. Felicidades al pequeño tocayo.
Amiguiz, está bien esto de que nos podría haber tocado aparecer bajo otros coordenadas... pero si fuese así, como habría Leonardo provocado que tejieras emociones con las palabras... abuela incluida... jaja
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