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Hoy en la mañana, después de tomarme mi café y desayunar un poco, entré a checar cómo andaban las cosas en este país y me topé con que tenía 23 mensajes nuevos en mi blog. Considerando que me dormí como a las tres de la mañana, y a esa hora lo revisé por última vez, se me ocurrió que había sucedido algo trágico y todo mundo me había estado escribiendo sobre ello.

Lo que descubrí, unicamente, es que existe gente sin ninguna ocupación, sin ningún alma que lo pele en un viernes por la noche y sin la menor imaginación para poner algún tipo de comentario decente o fundamentarlo con argumentos chidos.

Así, es, tenía 23 veces un mensaje que me explicaba cuál sería la causa de mi muerte y no sólo eso, qué me pasaría después de cruzar el famoso umbral: me desmembrarían. Vaya, hasta se tomaron el tiempo de añadir un link a una foto bastante grotesca (y mucho más terminando de desayunar) de una persona a la que le taladraron piernas y brazos.

Es por ello que decidí habilitar la moderación de comentarios, al menos por un rato.

Lo siento, pero no es mi caso el que comenté arriba: yo sí estudio, trabajo, hago ejercicio, tengo amigos, me diverto, paseo al perro, leo libros (y revistas, claro), veo series gringas, salgo al antro, reviso las noticias, viajo, llevo a lavar el carro, me invitan al café, y muchas otras cosas que me impiden borrar uno por uno los mensajes como el anterior.

Siento lástima por "Púdrete" (nombre del posteante), y por el rechazo que el resto de la sociedad debe haberle manifestado (y supongo que con bastante claridad, para estar tan enojado con la vida y con el mundo).

Gracias por su atención, y mis disculpas a los siempre bienvenidos comentarios inteligentes (no sólo los que piensen como yo, aclaro, pero sí los que ofrecen fundamentos y no sólo insultos).

Alaíde,

nueve de la mañana del sábado.