miércoles, septiembre 14

Abuelo

De mi abuelo me quedan lo peludo y lo orejón. Lo oscuro, lo chaparro y lo erguido. Y lo necio. Me gustaría decir que también me quedan su sonrisa fácil y su ligero y simple sentido del humor.

Mi abuelo tenía muy poquitas pertenencias. Imagino la repartición de los bienes, cosa de cinco minutos.

Creyó que se iba a morir solo. "Me quedé solo por pendejo", lo oí decir un par de veces: "Me lo busqué".

Pero no.

Desde febrero, en caravana, fuimos todos a despedirnos de él: a aquel rincón alejado de todo, a su casita rodeada por platanares. "Te quiero, abuelo", le dije, y le di un beso en la frente. "Es la última vez que nos vemos", pensé, y me lamenté no haber encontrado el tiempo para conocernos mejor.

Se integró en mis recuerdos como se integran las imágenes de la infancia, las que corresponden a lo que siempre ha estado ahí, a lo que no tiene un inicio. Las que forman parte de uno como una mano o un pie. Mi abuelo, el que llegaba sin avisar, el que nos llevaba conejo, el que jugaba al Melate con mi fecha de cumpleaños. El que cambió su cachucha por un gorrito cuando mi mamá se lo tejió. El que hizo nuestra mesa del comedor. El de las historias que me contó mi abuela y que me costó trabajo creer. Mi abuelo, el de las chanclas con calcetines, el de la camiseta cuello V. El de la piel curtida, el de los dedos fuertes. Mi abuelo, el que votaba por el PRI. El que traía en su libretita fotos de todos nosotros, junto a la imagen desnuda de alguna vedette. Mi abuelo, el de las muchachonas. El que se reía de todo, comenzando por sí mismo. El que decía sin empacho lo que pensaba, lo que deseaba: Salte que me voy a dormir, Sírveme jugo, Dame un abrazo.

Mi abuelo Margarito, el viejo Márgaro. El don. El que se aferró a la vida, el que le siguió encontrando sentido aún cuando sus funciones biológicas le gritaron lo contrario. Mi abuelo, el que se murió anoche, a esta hora. El que en algún lado nos espera, sentado en su mecedora, para seguir con este gran festejo que es la vida.

10 comentarios:

pispiration dijo...

Qué bonito.

Este es uno de los tantos homenajes que le podemos hacer a alguien que ya no está.

Te quiero. Él jugó Melate con tus números de cumpleaños, pero yo gané con esos números, porque naciste y te conocí.

Abrazos.

Queridita dijo...

Gracias, hijita. Te quiero mucho.

Jenny dijo...

Pinche Alaide, me hiciste llorar!!!!

Isaac Echazarreta Nieves dijo...

Yo no tengo la confianza para decirte "pinche Alaide" pero también me hiciste llorar, pinche Alaide.

Thelma dijo...

Pues me uno con las lágrimas. Muy bonitas palabras Alaide.

Joksy dijo...

Qué manera tan bonita de describirlo, las lágrimas me invaden!. Un abrazo Alaide.

Anónimo dijo...

Bien por esos recuerdos tan agradables.
saludos

b,susano dijo...

que cronica, con mucho amor

Chilangelina dijo...

Qué suerte tenemos los que hemos podido disfrutar en la vida de uno o más abuelos. Eso debería ser obligatorio para todos: Derecho al alimento, al vestido, al trabajo digno, a un abuelo. Tus letras ayudarían a argumentar el derecho a un abuelo para ser feliz.
¿Será que tu abuelo Margarito por ahí se llegue a topar con mi abuela? Ojalá sí :)

Botica Pop dijo...

qué bonito escribes, Amiguiz.