Mi abuelo perdió la fuerza, la voz, veinte kilos, la autonomía, el pelo, el vigor, los dientes, la palabra, la vista. Perdió, básicamente, la batalla contra el irrefrenable paso del tiempo. A Margarito le quedó una sola cosa: la sonrisa. Así acomoda, a veces, la naturaleza, las prioridades humanas.
domingo, febrero 20
Mi abuelo Margarito
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9 comentarios:
Dan ganas de devolverle la sonrisa. Te quiero.
Clara demostración de entereza. Animo!
Que hermoso. Sonreí.
¡qué hermoso esto! y ¡qué hermosa alma sensible tienes!
desearía a mi lado tener gente que compartiera algo similar
Algún día, todos llegaremos a viejos, espero que todos sonriamos.
Pocas letras se necesitan, las palabras sobran :) ... saludos prima!
Ojalá me toque una nietecita como tú.
Te vi en la calle, cada dia estas mas guapa
Que lindo pensamiento!
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