Un señor y un muchacho, platicando, se ponían al tanto. Mientras el metro andaba, el señor le explicaba cómo iban sus ventas:
—Más o menos. Fíjate que ya que se hace la venta, pues reparten. Sólo si se hace al contado. Si usaron crédito, pues no, el único que gana es el banco. Ya de la repartición, de todos modos, a mí me viene tocando una bicoca.
—¿Neta? ¡Qué chido! —le contestó, sonriente, el muchacho, al tiempo que le daba una palmadita en la espalda—. Te felicito.
El señor se quedó atónito, mientras su acompañante miraba por la ventana hacia el andén de la estación Coyoacán. Después de dos minutos, se volteó a verlo y le preguntó:
—¿Qué tiene de chido?
—¡Yo decía! —se defendió el sonriente, que no entendía cuál había sido la ofensa—. Trece pesos por una venta de, ¿cuánto?, ¿cien, doscientos pesos? A mí me parece bien.
—¿De dónde sacas que me dan trece pesos? ¡A duras penas me dan dos, a lo mucho tres!
El muchacho tenía para entonces una cara de terrible confusión, igual que el señor, y que nosotros. La situación se aclaró para todos, y finalmente también para él, cuando soltó la siguiente pregunta:
—¿Pues no dices que por cada venta te dan una Big Cola?
—Más o menos. Fíjate que ya que se hace la venta, pues reparten. Sólo si se hace al contado. Si usaron crédito, pues no, el único que gana es el banco. Ya de la repartición, de todos modos, a mí me viene tocando una bicoca.
—¿Neta? ¡Qué chido! —le contestó, sonriente, el muchacho, al tiempo que le daba una palmadita en la espalda—. Te felicito.
El señor se quedó atónito, mientras su acompañante miraba por la ventana hacia el andén de la estación Coyoacán. Después de dos minutos, se volteó a verlo y le preguntó:
—¿Qué tiene de chido?
—¡Yo decía! —se defendió el sonriente, que no entendía cuál había sido la ofensa—. Trece pesos por una venta de, ¿cuánto?, ¿cien, doscientos pesos? A mí me parece bien.
—¿De dónde sacas que me dan trece pesos? ¡A duras penas me dan dos, a lo mucho tres!
El muchacho tenía para entonces una cara de terrible confusión, igual que el señor, y que nosotros. La situación se aclaró para todos, y finalmente también para él, cuando soltó la siguiente pregunta:
—¿Pues no dices que por cada venta te dan una Big Cola?
7 comentarios:
Excelente.
Ay no, luego porque se quejan del léxico de los jóvenes jaja.
En realidad serían dos cocas.
Jajaja, cuando tenga un negocio pagaré con refrescos. Así mis empleados se podrán quejar a gusto.
Hola:
Al paso que vas te convertirás en "La Cronista del Metro".
Saludos
RRS
Cronista del Metro. No está nada mal, pero creo que sería mejor ampliarlo. ¿Cronista de los transportes públicos defeños?
jajajajajajajajajajajajaajjajajajaj,
hasta parece chiste Amiguiz, de humor negro, claro.
Saludos otra vez.
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