Vi a una muchacha humillando a un mesero porque su sopa había llegado fría: "Pinche incompetente, por eso no sales de pobre". "Por eso estamos como estamos", le dijo a sus amigos. Quise acercarme a felicitarla por haber salido de pobre y a la vez preguntarle cómo lo había conseguido. No lo hice. Este tipo de escenas se repite a diario en todos lados, yo misma he estado involucrada en muchas. También me enoja cuando alguien no hace bien su trabajo, pero no creo que ésa sea la causa del hoyo en el que se encuentra hundido el país. Al contrario, creo que es una consecuencia.
Yo les propongo, amigos, que canalicemos nuestra ira hacia un mejor objetivo. Los meseros no tienen la culpa del enojo con el que todos vivimos. Están de malas, igual que uno. Se sienten frustrados ante la falta de oportunidades, como uno. Los microbuseros son groseros porque tienen que pagar cuotas absurdas; hay alguien detrás de ellos pasándoles lista y arruinándoles el día. Tienen hijos que no aprenden a leer porque están mal alimentados. Los taxistas se enojan cuando uno quiere pagar con un billete de 200 porque detenerse a cambiarlo es una pérdida de tiempo. Y, para ellos, el tiempo es dinero. Como para uno. Las secretarias no te miran a los ojos, ni te ofrecen la información de buena gana, porque su mente está en otro lado: en la amante que su marido se consiguió, en que no podrán divorciarse porque no tienen para pagar un abogado y en que todo les parece muy caro. Como a uno. La señora que da codazos en el metro tiene miedo de quedarse en el vagón sin poder salir. Teme llegar tarde a recoger a su nieto. Si se le pasa la hora, él lo esperará sentado en la banqueta, ¿y si alguien lo molesta?, ¿y si alguien le roba los 10 pesos que llevó para el lunch? A sus papás les cuesta mucho trabajo ganar el dinero. Como a uno. El cajero comete un error al cobrar porque está aprendiendo a usar la máquina. No sabe de cuentas, él estudió filosofía. No consiguió el trabajo que habría deseado. Como uno. El valet parking, desesperado, roba 3 pesos del tablero del coche que estacionó. Se disculpa con la virgen porque sabe que, dado ese paso, no hay remedio. Es que nunca terminará de pagar la deuda que contrajo por comprarse una tele. El vendedor de Elektra le dijo que era una ganga: le estaba mintiendo. Estaba cazando los centavos que le dan de comisión. Concretó y se puso feliz por ello. La sonrisa le duró veinte minutos, hasta que vio que llovía y que tendría que tomar taxi. No puede enfermarse porque no tiene seguro y las medicinas le salen muy caras, como a uno. Cree que le pagan menos de lo justo. Como a uno.
El enemigo no está ahí. No es la gente que, al cobrar, comete errores. No es el que contesta grosero porque su tristeza no le permite hablar en tono amable. No es el que odia su trabajo. No es el que todos los días despierta pensando: Mi vida es una porquería.
A esto orillan la pobreza, la frustración y la injusticia. Ellos no tienen la culpa, están igual o peor que uno. La muchacha que vi descargó su ira, ¿y luego qué? Respiró hondo, cenó rico, lo contó, lo olvidó. Tal vez incomodó a sus amigos. O no. Tal vez ellos, orgullosos, le aplaudieron. ¿De verdad lo que necesita este país es un buen servicio de meseros? ¿De verdad todos viviríamos mejores vidas si los empleados fueran más atentos? Los precios seguirían subiendo, las garantías individuales se seguirían violando, los viejos seguirían empacando latas en los súpers.
Canalicemos esa ira hacia un objetivo más certero: Hacia el presidente que se robó la elección. Hacia el procurador general de la república que justificó las muertes de Juárez. Hacia las diputadas que renuncian para darle la curul a su padrote... digo, a su suplente. Hacia los fanáticos que prohibieron el derecho a decidir si quieres o no parir un hijo de tu violador. Hacia el gobernador que se anuncia en programas de variedades. Hacia el periodista que asegura que nuestro valiente presidente va ganándole la guerra al narco. Hacia el empresario que pagó 134 pesos de impuestos el año pasado. Hacia la grotesca cara de la líder sindical que sólo sabe cobrar cuotas y no leer en voz alta. Hacia el expresidente que se burla de ti y de mí, y de millones, dando cursos de economía y finanzas, después de dejar al país más quebrado y adolorido que nunca.
Ésa es la gente hacia la que debemos dirigir nuestro odio. No al mundo trabajador, no a quien es presa de la misma injusticia social que uno. Indignémonos por cosas que valgan la pena, digo yo. En otras circunstancias, podría ser tu cara, o la mía, a la que alguien le dijera: "Pinche incompetente, por eso no sales de pobre".
Yo les propongo, amigos, que canalicemos nuestra ira hacia un mejor objetivo. Los meseros no tienen la culpa del enojo con el que todos vivimos. Están de malas, igual que uno. Se sienten frustrados ante la falta de oportunidades, como uno. Los microbuseros son groseros porque tienen que pagar cuotas absurdas; hay alguien detrás de ellos pasándoles lista y arruinándoles el día. Tienen hijos que no aprenden a leer porque están mal alimentados. Los taxistas se enojan cuando uno quiere pagar con un billete de 200 porque detenerse a cambiarlo es una pérdida de tiempo. Y, para ellos, el tiempo es dinero. Como para uno. Las secretarias no te miran a los ojos, ni te ofrecen la información de buena gana, porque su mente está en otro lado: en la amante que su marido se consiguió, en que no podrán divorciarse porque no tienen para pagar un abogado y en que todo les parece muy caro. Como a uno. La señora que da codazos en el metro tiene miedo de quedarse en el vagón sin poder salir. Teme llegar tarde a recoger a su nieto. Si se le pasa la hora, él lo esperará sentado en la banqueta, ¿y si alguien lo molesta?, ¿y si alguien le roba los 10 pesos que llevó para el lunch? A sus papás les cuesta mucho trabajo ganar el dinero. Como a uno. El cajero comete un error al cobrar porque está aprendiendo a usar la máquina. No sabe de cuentas, él estudió filosofía. No consiguió el trabajo que habría deseado. Como uno. El valet parking, desesperado, roba 3 pesos del tablero del coche que estacionó. Se disculpa con la virgen porque sabe que, dado ese paso, no hay remedio. Es que nunca terminará de pagar la deuda que contrajo por comprarse una tele. El vendedor de Elektra le dijo que era una ganga: le estaba mintiendo. Estaba cazando los centavos que le dan de comisión. Concretó y se puso feliz por ello. La sonrisa le duró veinte minutos, hasta que vio que llovía y que tendría que tomar taxi. No puede enfermarse porque no tiene seguro y las medicinas le salen muy caras, como a uno. Cree que le pagan menos de lo justo. Como a uno.
El enemigo no está ahí. No es la gente que, al cobrar, comete errores. No es el que contesta grosero porque su tristeza no le permite hablar en tono amable. No es el que odia su trabajo. No es el que todos los días despierta pensando: Mi vida es una porquería.
A esto orillan la pobreza, la frustración y la injusticia. Ellos no tienen la culpa, están igual o peor que uno. La muchacha que vi descargó su ira, ¿y luego qué? Respiró hondo, cenó rico, lo contó, lo olvidó. Tal vez incomodó a sus amigos. O no. Tal vez ellos, orgullosos, le aplaudieron. ¿De verdad lo que necesita este país es un buen servicio de meseros? ¿De verdad todos viviríamos mejores vidas si los empleados fueran más atentos? Los precios seguirían subiendo, las garantías individuales se seguirían violando, los viejos seguirían empacando latas en los súpers.
Canalicemos esa ira hacia un objetivo más certero: Hacia el presidente que se robó la elección. Hacia el procurador general de la república que justificó las muertes de Juárez. Hacia las diputadas que renuncian para darle la curul a su padrote... digo, a su suplente. Hacia los fanáticos que prohibieron el derecho a decidir si quieres o no parir un hijo de tu violador. Hacia el gobernador que se anuncia en programas de variedades. Hacia el periodista que asegura que nuestro valiente presidente va ganándole la guerra al narco. Hacia el empresario que pagó 134 pesos de impuestos el año pasado. Hacia la grotesca cara de la líder sindical que sólo sabe cobrar cuotas y no leer en voz alta. Hacia el expresidente que se burla de ti y de mí, y de millones, dando cursos de economía y finanzas, después de dejar al país más quebrado y adolorido que nunca.
Ésa es la gente hacia la que debemos dirigir nuestro odio. No al mundo trabajador, no a quien es presa de la misma injusticia social que uno. Indignémonos por cosas que valgan la pena, digo yo. En otras circunstancias, podría ser tu cara, o la mía, a la que alguien le dijera: "Pinche incompetente, por eso no sales de pobre".
37 comentarios:
Y con eso ganamos...??? de $2 tu análisis y de wevita tus berrinches
Pues yo creo que sí podríamos ganar algo: No comenzar a matarnos entre nosotros. Pero bueno.
Que buen post
A huevo que si amiguiz, lo cortes no quita lo valiente, y las agresiones de una supuesta "superioridad" son verdaderamente barbaras y vulgares.
Cuanta razón tienes... Me encantó tu post.
Tu troll canaliza su odio en los comments.
Me cargan las "por eso no avanzamos", "por eso estamos así", frases ignorantes de ignorantes que no alcanzan a ver más allá de lo que su comodidad les permite.
Comparto tu frustración por lo de Chávez Chávez. Acá en el norte hicimos cuanto pudimos, y lo seguiremos haciendo.
Órales, esto si lo hago. Además la gente ni se merece mi desprecio... espera, ¿qué dije?
Hola. Suscribo casi por completo la primera mitad del post. Opiniones fáciles del tipo "por eso eres pobre" me parecen absurdas y me causan un enojo considerable, pues se cae en un reduccionismo tonto y arbitrario y quien profiere esa frase se siente con una superioridad moral inexistente.
Sin embargo, la recomendación que haces de descargar nuestro odio y nuestra ira a "el presidente que se robó la elección, el procurador, los políticos, etc", me parece que termina siendo más o menos lo mismo: una salida fácil, un comentario que se queda en la superficialidad, un camino que no lleva a ninguna parte.
Ok, los odiamos, ¿y luego?
En lo personal creo que más allá de las divisiones sociales y políticas, lo que necesitamos ahora son verdaderos puentes de entendimiento, no más odios y rencores que seguirán causando malestar. Es una tarea casi imposible de lograr pero estoy convencido que una de las primeras cosas que se necesita es dejar de lado las posiciones extremas del tipo: "López Obrador es un peligro para México" y "Calderón es un monstruo que quiere matarnos de hambre". De lo contrario estamos creando el mismo caldo social que existe entre palestinos e israelíes, un rencor tan grande que es imposible de sanar. Un rencor tan grande que es preferible la muerte que el progreso juntos.
Pensemos si el odio es una salida que desembocará en algo constructivo. Podemos odiarlos, eso que ni qué, razones se pueden encontrar fácilmente, pero más allá del odio ¿qué queda?
¿Es verdad que el país está como está sólo porque Calderón llegó a la presidencia? ¿O el país mejorará sustancialmente si llega de procurador general una persona distinta a Chávez Chávez?
No lo creo, hay ya una inercia de ineptitud que lleva décadas. Decisiones que no se tomaron en su momento y que los que están ahora menos han sabido manejar. Pero el odio y la ira de la que hablas sólo sirve como válvula de escape: "ellos, no yo, son los que han echado a perder al país, me sentiré mejor odiándolos".
Bueno, disculpa el comentario largo, pero me gustaría seguir charlando. Quizá podríamos hacer algún intercambio de posts.
Saludos, mi estimada.
Daniela, Coatl, Abraxas, Beto, Ministry y Rubén: Gracias a todos por comentar.
Jordy: Eres bienvenido por acá.
En realidad, intenté hablar de la ira más que del odio. Pero supongo que al nombrar todos los eventos que me tienen inconforme, "odio" era la mejor forma de describir lo que estaba sintiendo y así lo escribí.
Lo que quería en realidad decir es que toda la frustración que nos generan las injusticias cotidianas, y que es necesario canalizar, está yéndose por el camino equivocado. La gran cantidad de energía desperdiciada en atacarnos unos a otros en la calle, en el metro, en el Twitter, tal vez encontraría mejor fin si la dirigiéramos a quienes, en efecto, están pasando sobre nosotros como si fuéramos basura callejera. A quienes, no creo que sea exagerado decirlo, se están burlando de ti y de mí, imponiendo a Chávez Chávez, amenazando con que "si no aprueban el plan fiscal, no hay vacunas", justificando que no reducen sus pensiones millonarias "porque las necesitan" y un largo etcétera.
Tienes razón. Dirigir esta ira hacia, por decir algo, Elba Esther, no es suficiente. ¿Pero qué hacer? Me parece que, al menos como comienzo, recordar que ella tiene más cuentas pendientes con nosotros que, digamos, la cajera que se tarda mucho en atendernos, es un comienzo.
Aunque parezca una ridícula válvula de escape al principio, un consenso iracundo hacia lo que está mal, lo que no debería ser, lo que es injusto, tal vez sí pueda servir como punto de partida para un cambio. ¿La indignación no es mejor que la apatía?
Odiarnos unos a otros por minucias no va a llevarnos a construir los puentes de entendimiento que necesitamos. Por el contrario. O bueno, eso es lo que yo creo.
Gracias por visitar y por tomarte tu tiempo para comentar, regresa cuando gustes.
Los quiero a todos. Pay.
Se vale la ira.
Es el primer botón que se requiere para hacernos funcionar como individuos, como ciudadanos, como organizaciones.
Qué triste que sea así. Qué triste que el botón no esa una invitación al diálogo. Pero es mucho mejor que la pasividad y la insensibilidad a lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
¿Cómo no sentirla con todo lo que está pasando? A menos que se esté muy desinformado o bastante paxilizado.
La digna rabia, dicen los zapatistas.
La rabia es mi vocación.
Cada quien tiene su carácter, cada quien tiene sus miedos, cada quien canaliza sus sentimientos conforme a su personalidad, cada individuo es único e irrepetible. Las grandes urbes, las grandes masas de población, las poderosas naciones nos hacen esclavos de un sistema, en el cual vivimos monótonamente muchas veces sin hacer conciencia que cada uno es autónomo, pero es la naturaleza del hombre querer tener el poder y ejercerlo sobre el más débil es eso lo que a terminado con muchas naciones la ambición el individualismo y el ego, deberíamos de trabajar todos justos por un fin común, si alguien no puede ayudarlo, eso asen países vecinos del norte, pero aquí que pasa la envidia nos corroe la frustración de vernos mal nos hace ser aun más malos, felicito a amiguiz, por que una palabra hace la diferencia de tener el valor a de que te valga.
En la red hay un video que les recomiendo de Olallo Rubio, si el mismo que hace los comerciales de radioactivo. http://video.google.com/videoplay?docid=7246761016295392863#docid=-5585390137772916528
Este video ase reflexionar un poco sobre el tema.
Sigamos adelante y si tienes ira para eso se inventaron las almohadas.
Hay muchas opiniones debido a que fue tomado de manera muy literal. Pienso que hay muchas más ideas que las que plasmaste en este post, fueron ellas aunadas a lo que escribiste, lo que hicieron que en mi opinión tengas mucha razón. Saludos!
Gran post, Ala.
Lo que quisiera saber es exactamente cómo vamos a canalizar nuestra rabia hacia los individuos mencionados. ¿Mentándole la madre a la tele cada que salgan? ¿Peleando con sus seguidores en las redes sociales virtuales? ¿Exactamente cómo? Porque todos sabemos quiénes son los responsables, pero es más fácil desquitarse con el de al lado. ¿Ir a una manifestación? No, qué hueva; además es peligroso, qué tal si hay madrazos. ¿Escribirle a tu diputado? Para qué, además yo ni voté por él. ¿Impulsar una nueva candidatura? Nel, todos son iguales, unos corruptos; mejor anulo mi voto.
La idea no es mala, pero insultar a un mesero, codear a una mujer, son acciones concretas que nos permiten sacar la frustración. ¿Exactamente qué acciones en contra de los responsables sustituirían a las otras con el mismo fin?
(Creo que mi más reciente post en Recolectivo fue escrito bajo el mismo espíritu que este).
Estoy de acuerdo con el análisis que haces sobre la reacción de la chica, el establecer barreras con nuestros semejantes no conduce a nada, además que el hecho de sentirnos superiores porque en un momento específico nos situamos en un lugar preferencial me parece patético, quizás como resultado de la gran cantidad de frustraciones que vamos cargando en el día a día. Me da mucho gusto leer tu post y los comentarios que genera, creo que la primera acción que debiéramos hacer es pensar un poco antes de reaccionar. ¿Cómo desquitarnos de los culpables? A ciencia cierta no lo sé aún...
Saludos.
Ya regresé porque me quedé pensando, lo cual habla muy bien de tu post.
Algo me hizo ruido desde que lo lei y no sabía qué era. Hace rato, mientras lavaba los platos, me di cuenta que es el hecho de que liberas de responsabilidad a la sociedad por lo que hacen "los otros", aquellos a quienes deberíamos dirigir nuestro odio.
Me molesta porque los diputados, Calderón, el de Hacienda, etcétera, están ahí por mandato popular (los secretarios no se eligen con el voto directo, pero cuando votas por un candidato a presidente sabes quiénes son sus colaboradores cercanos). Dices, por ejemplo que Chávez Chávez será una imposición, pero no es cierto: los diputados recién electos por nosotros -el mesero, la señora que empuja con el codo, el señor que juega con los nietos- están ahí gracias a la decisión que cada uno tomó al ir a las urnas o al dejar de hacerlos. Si alguien como Chávez Chávez va a ser ratificado se debe a que meseros y señoras y ancianos votaron por priístas y panistas -no que los perredistas sean mejores, aunque en este caso en particular están muy por encima- en ocasiones sin saber siquiera por quién votaban.
Cierto, hay que buscar una manera de canalizar la ira, pero no somos inocentes de lo que le está pasando al país. Y si me preguntas, en estos días yo con gusto le daría un puñetazo en la cara a quien me dijera que votó con convicción por Calderón, el designador de procuradores delincuentes.
Gracias, SamiSazoo, Maduzita y Garash por visitar y comentar. Anima un poco ver que todos vamos un poco por el mismo camino.
Chila: Yo pienso que si bien nuestros dirigentes están ahí por elección popular, dicha elección pudo no haber sido la más informada y razonada. Mucha gente votó desinformadamente y sin interés, en la apatía total. Y creo que la apatía se combate, al menos en principio, con indignación.
Mucha gente que conozco votó por Fidel Herrera o por Calderón o por Equis, en una completa ignorancia del peligro que ellos representan. O pensando en el voto útil. O porque es simpático y bailador (en vez de asqueroso y populista).
Mucha gente sabe que los legisladores son corruptos y ladrones, pero no saben exactamente cuánto ganan ni que muchos hacen fraudes con sus viáticos.
Muchos seguramente estarían en desacuerdo con la ratificación de Chávez Chávez si supieran que México puede convertirse en una gran ciudad Juárez, pero no saben a quién dirigirse, quién la aprueba o desaprueba. Es más, muchos no saben que es nuestro derecho exigir que nos representen dignamente.
Y toda esta apatía, insisto, sí puede combatirse. En primer plano, con información. Pero también con ira e indignación a partir de esa información. Si dejamos de ver en el otro inmediato a un enemigo, podemos tal vez comenzar un diálogo y darnos cuenta de que, en distintas esferas, padecemos las mismas injusticias.
Ojo. No deslindo a la sociedad de la corrupción y la ineptitud. Un amigo me estaba diciendo que la corrupción es un fractal que va desde el padre que da mordida hasta Calderón que se autopresta 4 millones para hacer su casa. Es verdad. Pero también creo que la delincuencia y la corrupción se combaten, más que con el ejército rondando las calles, combatiendo la pobreza y la desigualdad. Y que un valet parking ladrón es más una consecuencia que una causa.
Por supuesto que creo que todo debería también comenzar con cada quien haciendo bien su trabajo, lo que le toca hacer. Pero eso no es suficiente. Hasta el más responsable, honesto y trabajador, llega un día en que despierta cansado y frustrado porque siempre acaba ganando menos y gastando más. Porque el gobierno que ahí colocamos tiene rato que ya no ofrece seguridad: ni salud, ni educación, ni trabajo, y ahora ni siquiera integridad física, cualquier día de estos te toca una bla aperdida, disparada por algún zeta.
Muchas gracias a todos, los quiero.
Me queda usted a deber acciones concretas.
Insultar al mesero, codear al otro en el transporte público, etcétera, son acciones que sirven de valvulita de escape diaria que evitan que un día acabemos matando a alguien en el metro.
¿Cuáles serían las acciones concretas para dirigir nuestro odio hacia quienes malgobiernan, y que a su vez constituirían vías para canalizar la frustración (en lugar de insultar al mesero?
(pero insisto, si el mesero es calderonista se lo merece).
Acciones concretas se me ocurren pocas, tristemente. Puede ser, como tú nos mostraste, dirigirnos a nuestros representantes y exigirles resultados. Puede ser increpar a los gobernantes cuando acuden a los medios que ofrecen apertura de diálogo. Increpar también a los candidatos. Puede ser manifestarse (en manifestaciones, claro, pero también en humildes blogs como éste). La más importante, tal vez: Informarse y, claro ¡votar!
Tal vez podamos, entre todos, ir pensando en más acciones concretas. Tal vez no es la gran solución, pero sí puede ser un punto de partida. ¿No? ¿No? Argh.
O... podríamos usar esa incontenible ira para empezar a hacernos cargo de nosotros mismos en lugar de andar por la vida con actitud de soy víctima, sufro mucho y denme dinero... podríamos, pero es más fácil culpar al gobierno... o al vecino... o al malvado hombre abandonador... o a la amiguiz esta
Creo que la acción más concreta es empezar por uno mismo, empezar por nuestra casa por nuestra familia, por salir de ese estado de transe y apatico que nos corroe casi todos los días, salir de la rutina y sonreírle a la vida, talvez no nos toque el tiempo en el que vivamos una nueva revolución en la que el pueblo oprimido se levante en armas y diga ya basta de tantas basura burocrática, pero si podemos hacer tiempos mejores para nosotros, acciones que nosotros mismos podemos diseñar, por que uno decide a donde va uno decide si trabaja si estudia o si quiere tirarse de vago, los medios están, que no sean los adecuados no impide que tu luches más por ese objetivo. Pero tú haces la diferencia, solo tu.
Recuerda hay una película muy buena de Willard Christopher Smith, (Will Smith o el príncipe del rap ) llamada The Pursuit of Happynessen (En busca de la felicidad) se las recomiendo y es algo que si que si se puede si uno quiere.
Me gusto tu post, iba a leer los comentarios pero me quede en el tercero.
En general tienes razón, pero también tiene que ver la cultura, la educación, los principios, todo tiene que ver, aunque estoy de acuerdo con tu punto.
Zaz! Estoy de acuerod con el tono positivo del post peeero, sí, hay un pero. No ganamos nada desquitando nuestra frustración con el vecino, las explicacionesy justificaciones que das tienen sentido y las entiendo, pero, que una cajera haya tenido un mal día NO es culpa de quienes pasan por su caja. Por que si de eso se trata, yo que soy maestra entonces justificaría no preparar mis clases, no atender a las necesidades de mis alumnos porque tuve un mal día o porrque no me paguen bien.
El problema en México es mucho más profundo que eso, va desde la falta de cultura laboral, la escasez de trabajos, la poca ética y compromiso que nos rigen en el trabajo, el no entender que sea cual sea la labor que desempeñemos tenemos la responsabilidad de hacerlo bien, no sólo por los demás sino por nosotros mismos. Allí es dónde comienza el cambio, en uno, pero eso no nos impide demandar que se nos otorgue un buen servicio. No nos vayamos a los extremos, no es necesario humillar a quienes empleamos o nos sirven, pero tampoco nos vamos a hacer de la vista gorda si alguien no hace su trabajo como debe.
Un abrazo queridísima y no hagas casos a tus fans anónimos. Podré no estar de acuerdo pero eso no me da derecho a esconderme e insultarte.
¡No! Yo no propongo que nos hagamos de la vista gorda, que cada quien haga lo que quiera y viva la anarquía.
Yo sólo apelo por una mayor comprensión. Sólo pido que abramos los ojos y veamos que todos vamos en el mismo barco. Y que los errores humanos (curioso y cierto su nombre: humanos) son minúsculos detalles comparados con los atracos que día con día cometen ya sabemos quiénes.
Eso es lo único que digo. Por favor no crean que me parecería ideal que todos comenzáramos a hacer mal nuestro trabajo porque somos tristes víctimas. No, para nada. Cada quien a asumir su papel y a desempeñarlo bien. Pero, vamos, la tardanza de un mesero o de un taxista o de un repartidor de pizza no son los verdaderos causantes de la mísera situación en la que se encuentra este país.
Gracias a todos
Si cada una/o de nosotras/os hace lo que le toca, según su responsabilidad y sus capacidades, y un poco más, se logra la diferencia, creo.
Ese "poco más" puede ser muy variado: una sonrisa, un comentario -en el caso reseñado tal vez hubiera convenido un comentario-, un poco de tiempo para regalar de formas varias -como las que se emplean en este blog, de ida y vuelta: información, análisis, discusión y propuestas, en una espiral continua. A fin de cuentas: un acto de amor convertido en educación.
La educación es la clave, creo.
Los problemas, desde ahí, surgen irremediables: ¿y los que no tienen internet, computadora, luz, etc.? ¿y los que sí pero lo usan con otros fines? ¿y los que no quieren? ¿y...? ¿y...?
Habrá siempre muchos ¿y...? siempre, pero por algún lado podemos insertarnos en esa espiral permanente. Seguramente todos y cada uno de los lectores de este blog pueden/podemos imaginar -y llevar a cabo- alguno. Sin duda.
Justamente merodeaba en mi mente la misma idea, la de la canalización de nuestra frustración, que al fin y al cabo es una energía muy grande. Pensaba en cómo la gente puede ODIAR a Juanito, pero no se incomoda demasiado ante la desigualdad y la impunida. Mi teoría es que es difícil señalar puntualmente algo que nos presentan como abstracto, es decir, si nunca has oído de chávez y chávez o no tienes nada concreto que reclamarle o un algo, es difícil nombrar algo que está mal, en cambio el gobierno ha acertado en difundir libelos puntuales de sus oponenete ("López Obrador le va a quitar una casa a quien tenga dos") Por otro lado, he comentado los exagerados sueldos de ministros con gente que en vez de enojarse, se admira de que alguien gane tanto. Tenemos algún chip mal, que nos hace pensar que al que ostenta lana y poder, aunque sea de manera ilícita, hay que admirarle y ensalzarle, es el preciso, el chingón, el que sí la supo hacer y ya no meserea. Aplausos a tu post.
POSTAAZO !!!
Alguna vez lo comenté, En cuanto alguien protesta, todos nos volvemos de la "high" y entonces el otro es un naco por cerrar la calle.
A y que el anónimo se ahorre sus $2 para comprarse un mombre :D
Wow, felicidades que chingon post! me inspiro gracias!
Gracias a todos. Los quiero, amigos.
awwww, yo también te quiero (jaja), suerte el domingo.
Amiguiz, qué buen blog, me llegaron muchas imágenes. Muchas veces olvidamos que no somos el centro de la vida, el protagonista, sino un extra más de una súper producción (que tal mi comparación chafa). No te preocupes, Rodrigo fue mesero y decía que cuando un cliente se portaba como idiota él y sus compañeros se vengaban aderezando su comida, jijiji. Así que mientras la chica se congratulaba por "defender su derecho de consumidora" a la vez "consumía" una sopa con una mejor consistencia, jijiji. Lo que a mí me parte el corazón, y de verdad es algo con lo que no puedo ni podré es con los viejitos en el súper, siento algo horrible, pero bueno ya. Muy buen post, casi como un cortometraje. Saludos, me caes re bien.
Excelente post, me gustó mucho, muy reflexivo y crítico. Le hace justicia al pueblo que siempre tachan de huevón, gran mentira. Felicidades.
Dirían algunos que qué haces para evitar esos males de la sociedad que tanto mencionas, haces lo correcto, denunciarlos, ponernos al tanto y funcionar como parte del detonante que muchos necesitamos; esto es arte, el arte motiva nuestra acción creadora que es lo que nos salvará.
Amé este post
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