De vacas gordas y cartas pejísticas

Hoy fue un día lleno de gripa. Estoy así desde ayer.

No conozco a nadie a quien la gripa le pegue tan fuerte como a mí.

A medio día me llamó mi hermano y me invitó a comer. Me regaló a Lorena, mi nueva amiga, la vaca obesa. Ella comió con nosotros en Kukiaio; como siempre, muy rico.

Desde la mañana desperté de muy buen humor, aunque hasta el keik de mocos. Después de que desayuné vine a checar las noticias y me encontré con la carta que AMLO le mandó a Fox ayer en la tarde. Con una elegancia e ironía que lo caracterizan, admite que la Operación Chachalaca fue un error y, con una serie de eufemismos que no vale la pena citar (mejor les dejo hasta abajo el link para que chequen la carta ustedes mismos), le expresa al Ciudadano Presidente su descontento ante las artimañas de que se han valido tanto el PAN como el gobierno federal para promover una reelección. También, se deslinda del PRI y de la alianza que muchos anduvieron comentando; y no pierde la oportunidad para manifestar su indignación (que varios compartimos) sobre los hechos de Atenco y la manera tan pasiva y mediocre en que los responsables han reaccionado.

Ése es el AMLO al que yo quiero. Como dice el autor de uno de los blogs que más visito, no voy a votar por él porque sea el menos peor; estoy contenta de darle mi voto y creo en él y en su proyecto; no ciegamente, pero sí bastante. Había estado escondido pero ha resucitado. Durante la guerra de spots (sucia o no), se mantuvo fijo en su agenda de campaña, puebleando. Y al fin ha decidido aparecer en los medios: ha optado por defenderse. Después de pedir cita con Fox y ser rechazado dos veces, escribió la carta que los medios dieron a conocer ayer (aunque con tristeza vi que le dedicaron cinco minutos en los noticieros y una nota en los periódicos. No hay pedo). Y me hizo sonreír (casi como la nueva frase de campaña, así mero). No me queda duda de que sigue siendo el mismo AMLO que me movió todas las fibras con el discurso en la cámara cuando lo del desafuero. Ése es el AMLO que me gusta: el que no se deja, el depositario de la esperanza de muchos miles, como yo. ¡Vamos Peje!

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